sábado, 8 de octubre de 2011

KINSKI Y LA OSCURIDAD DEL AMOR


1.

Kinski no cometería nunca ese crimen: 

-¿Cuál crimen? Ese crimen... Todos los crímenes y la culpa, todas las culpas, el vacío, el infinito y la muerte... la muerte luego de la insoportable vigilia.- 

"Desaparecer y dejar que la angustia muera una vez más de mil miserables puñaladas. En medio de la oscura turbulencia, la gélida hoja temblaba hambrienta por la ansiada sangre. El acero filoso estaba sediento en las manos tremolantes: seguras en un segundo por la rabia, cobardes e indecisas al segundo siguiente. Sólo un corte preciso en el cuello de luna que tantas veces besó y dónde vivió la mentira de la felicidad... El puñal lo salvaría para siempre..."


A lo lejos, después de una larga espera, más allá de la penumbra de las galerías una puerta estaba entreabierta. Kinski suspiró y el sudor le ahogaba con escalofríos... Kinski nunca lo haría por más que quisiera... Debía huir ahora, antes de que los amantes se percataran de su presencia... Una vez más al borde del abismo soñando con Jade, que aún en ese tiempo no vendría. Una vez más Kinski descubriendo la traición, el abismo tragándoselo hasta hacerlo desaparecer, absorviendo su ser en una negación que lo enloquecía...


- ¡Dame una lágrima! - le susurró una noche entre sueños. 

- ¡No puedo! - replicó ella casi sin conciencia.

- ¿Nunca llorarías sobre mi tumba, mi cielo? Dame una lágrima aunque sea fingida...- le pidió mientras su corazón parecía apagarse.

- No puedo... no puedo porque en realidad no siento ni tristeza ni pena por ti... - dijo ella con fastidio y un inmenso sueño.

- Quisiera ser un mar inmenso y derramarme en ti hasta ahogarte; asfixiarte, robarte el aire, encerrarte dentro mio, dentro mio hasta matarte...-

- Amor, ahogame... Robate el aire... Encierrame en ti... pero déjame dormir... Cada palabra tuya es como una pesadilla... Déjame descansar... Ya no susurres. Ahora no quiero entenderte, quiero dormir. Dormir nada más... - sus ojos se cerraron, su voz calló... Ella ya estaba dormida.

- Ella está dormida como muerta - pensó Kinski.


"Alguna vez despertaré con ella y ya no dormiremos y me verá y sentirá mi piel. Ahondará en mi ser, verá mi rostro y me tomará de la mano... No me devorará con su ardiente boca, que no me quema, que no me suda, que no me goza. Cuando ya no tengamos aliento tendremos nuestro dulce final abrazados en la desconocida tumba que cavé para nosotros."